martes, 19 de abril de 2016

Un día a la vez


 Así, de momento razonado, un día a la vez.-
 
Es importante saber que debemos vivir el día a día. ¿Y por qué vivir el día a día? ¿Vivir el día a día? Debemos vivir de ese modo, el hoy, el ahora, ya que, si fuera de otro modo, nuestra mente estaría pensando en el pasado, en los problemas del pasado, en los dolores del pasado; o simplemente podríamos estar afanados por el mañana, por el futuro, un futuro cercano y/o lejano. En cómo y cuándo se resolverán nuestros problemas, cómo y cuándo voy a llegar a determinada meta, cómo y cuándo voy a llegar a ser y/o a hacer… de un u otro modo, consciente o inconscientemente, perdemos tantos momentos de un simple, sencillo y hermoso día, tan solo por no posicionarnos en él.
Es importante que comencemos a entender que cada día es un regalo, y sí, es un regalo. Debemos comenzar a pensar en este día que estamos viviendo, que estamos recorriendo, ya que, como tanto se oye decir, “la vida es corta” y vale destacar que cada momento que pasa, pasa, no retorna. Suelo decir que, como dije,  el tiempo pasa sin retorno, el tiempo pasa y no vuelve. Es como la caída de una estrella fugaz, el tiempo simplemente se desprende de la vida, pasan las milésimas de segundo, para nunca más volver. Frida Calo dijo en algún tiempo: Cada “tic-tac” es un segundo de la vida que pasa, huye, y no se repite. Y hay en ella tanta intensidad, tanto interés, que el problema es sólo saber vivirla. Que cada uno lo resuelva como pueda.” Creo que estas palabras resumirían todo lo dicho anteriormente. El tiempo pasa y no tiene vuelta atrás, vale, realmente, más que el oro…
No vivir en el pasado no significa olvidarlo, porque si el pasado se olvidara nunca aprenderíamos de él. La clave está en sanar el pasado. Lo que debemos hacer es leer nuestro pasado como una historia, no remota, sino reciente (quizá no en el tiempo, pero sí en nuestra mente), así como si estuviéramos leyendo un gran experimento científico, con tanta intensidad e inteligencia para llegar al meollo de la cuestión. Al pasado no debemos olvidarlo… sino sanarlo y superarlo. Aquí hay otro punto importante: superar el pasado no significa taparlo, eso sería como “ordenar un desorden”; y el desorden no se ordena, se desarma, para así armar el orden . Al pasado hay que analizarlo, primeramente, aceptando nuestros errores, para aprender de ellos; y en segundo lugar, perdonando, ya que todo el dolor que acumulamos en el corazón es basura, que día a día se pudre más, la cual puede estar en el container del rencor. Perdonar no es una acción de humillación, o si, quizá sí. ¿Y que si nos humillamos? Reconocer y dar más de lo que debemos nos hace mejores, más grandes… Aún cuando no seamos nosotros la causa de nuestro dolor… perdonar es quererse a sí mismo, es amor propio, ya que es quitarse un gran peso de encima; y no es un sentimiento, es una decisión, la cual luego se convertirá en alivio.
El futuro. Todos (o la mayoría) solemos preocuparos por el mañana, en vez de ocuparnos. O quizá no todos sean personas ansiosas, o muchos seas personas preventivas, pero estoy segura que en la mente de la mayoría de las personas está el subconsciente planeando o proyectándose por el cómo, cuándo, dónde, la posibilidad o la falta de ella. Muchas veces estos pensamiento nos bombardean de modo tal que nos pasamos el día estando “con los pies acá, pero con la mente allá”, por lo que simplemente no logramos relajarnos ni prestarle atención al momento que estamos viviendo, ya sea un buen momento o un mal momento, ya que para todo necesitamos saber que estamos viviendo en el hoy.
Está bueno y bien que seamos personas que nos proyectemos, que tengamos planes, desafíos, pero esto no significa que tengamos que estar afanados por ello.
El día es hoy, y hay que vivirlo de la mejor manera, no pasarlo 
Que no pase un día más, vivamos un día más,  un día a la vez.-

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